El EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) es un indicador financiero que mide la rentabilidad operativa de una empresa antes de considerar su estructura financiera, los impuestos y las políticas contables de depreciación y amortización.
En términos simples, muestra cuánto genera una empresa exclusivamente a partir de su operación, sin verse afectada por elementos que no reflejan directamente su desempeño operativo. Por eso, se utiliza como una medida estandarizada que permite comparar empresas de distintos tamaños, industrias y países.
En el ámbito de la valorización empresarial, el EBITDA es un punto de partida fundamental: refleja la capacidad de una compañía para generar flujo de caja y sirve como base para determinar su valor económico.
Cómo se calcula el EBITDA
El cálculo del EBITDA puede realizarse de distintas maneras según la información disponible, pero la fórmula general más utilizada es:
EBITDA = Utilidad Operacional (EBIT)+Depreciaciones+Amortizaciones
O, si se parte desde el estado de resultados:
EBITDA = Ingresos − Costos Operativos − Gastos de Administración y Ventas
(sin incluir gastos financieros, impuestos ni depreciaciones/amortizaciones).
Ejemplo práctico
Supongamos una empresa con los siguientes resultados anuales:

El EBITDA sería:
10.000 – 6.000 – 1.500 = 2.500 millones de pesos
Esto representa la ganancia operativa antes de impuestos, intereses y depreciaciones. Es decir, el flujo generado puramente por la operación del negocio.
Por qué el EBITDA es clave en la valorización de una empresa
En un proceso de valorización, el EBITDA cumple tres funciones principales:
Representa el flujo operativo disponible
El EBITDA se aproxima al flujo de caja operativo, permitiendo estimar la capacidad de la empresa para generar efectivo a partir de su actividad principal. Es el punto de partida para los modelos de Flujo de Caja Descontado (DCF) y para analizar la sustentabilidad de los resultados en el tiempo.
Facilita la comparación entre empresas
Al eliminar efectos contables (como la depreciación) o financieros (como los intereses), el EBITDA permite comparar compañías con estructuras de capital, políticas contables o ubicaciones geográficas distintas.
Por ejemplo, una empresa intensiva en activos (como una minera) puede tener altas depreciaciones, pero su EBITDA mostrará su verdadera capacidad operativa, haciendo más transparente la comparación frente a otra con menos activos fijos.
Sirve de base para los múltiplos de valorización
Uno de los métodos más utilizados para valorar empresas es el de múltiplos comparables, donde el valor de una compañía se estima en relación a su EBITDA.
Por ejemplo:
Valor Empresa (EV) = EBITDA × Múltiplo de mercado
Si empresas similares se transan a un múltiplo de 6x EBITDA y la compañía genera 2.500 MM CLP de EBITDA, su valor empresa (EV) sería aproximadamente 15.000 MM CLP.
Este enfoque es ampliamente utilizado en procesos de M&A, rondas de inversión o negociaciones con fondos de capital.
Diferencias entre EBIT y EBITDA
Aunque se suelen confundir, el EBIT y el EBITDA tienen diferencias clave:

En resumen, el EBITDA elimina efectos contables y financieros, mostrando la eficiencia real del negocio, mientras que el EBIT refleja la utilidad después de los costos asociados al uso de activos.
Limitaciones del EBITDA: cuándo no dice toda la verdad
Aunque es una métrica muy útil, el EBITDA no es infalible. Tiene limitaciones que deben considerarse al analizar el valor de una empresa:
- No refleja el flujo de caja real: no incluye inversiones en capital de trabajo ni gastos de capital (Capex), que pueden ser significativos.
- Ignora la deuda: una empresa puede tener un alto EBITDA, pero si está altamente endeudada, su riesgo financiero aumenta.
- Puede distorsionarse contablemente: algunos gastos operativos pueden reclasificarse para inflar el EBITDA.
- No mide rentabilidad neta: una empresa puede tener un EBITDA positivo pero registrar pérdidas después de intereses o impuestos.
Por eso, los analistas de Valoriza siempre complementan el EBITDA con otras métricas, como el flujo de caja libre (FCF), el apalancamiento neto o la rentabilidad sobre capital (ROE), para obtener una visión integral.
El margen EBITDA: una señal de eficiencia operativa
Más allá del monto absoluto, el margen EBITDA (EBITDA/Ingresos) permite medir qué tan eficiente es una empresa al convertir sus ventas en resultados operativos.
Por ejemplo:
Margen EBITDA = 2.500 sobre 10.000 = 25%
Esto significa que por cada 100 pesos vendidos, la empresa genera 25 pesos de ganancia operacional antes de intereses, impuestos y depreciaciones.
Un margen EBITDA alto refleja eficiencia, control de costos y estabilidad operativa. En cambio, márgenes bajos pueden indicar presión en precios, ineficiencias o problemas estructurales.
En valorizaciones, comparar el margen EBITDA con el de empresas similares del mismo sector permite determinar si el negocio opera con eficiencia superior o inferior al promedio del mercado.

EBITDA ajustado: depurando eventos extraordinarios
Para reflejar mejor la rentabilidad real, muchas empresas utilizan el EBITDA ajustado, que elimina efectos no recurrentes o extraordinarios.
Ejemplos de ajustes comunes incluyen:
- Gastos legales o contingencias no recurrentes.
- Indemnizaciones excepcionales o reestructuraciones.
- Ingresos extraordinarios por venta de activos.
- Efectos de IFRS o políticas contables específicas.
El EBITDA ajustado es especialmente relevante en procesos de compra-venta, ya que entrega una visión más limpia y representativa del desempeño normalizado del negocio, evitando sobrevaloraciones o subvaloraciones.
El rol del EBITDA en la valorización
El EBITDA es una de las métricas centrales en procesos de valorización y análisis financiero. Sin embargo, se aborda con un enfoque integral que va más allá del número en sí.
Se evalúan aspectos como:
- La sostenibilidad del EBITDA en el tiempo y su correlación con el flujo de caja operativo.
- La calidad de los ingresos y márgenes, identificando si provienen de actividades recurrentes o excepcionales.
- El nivel de apalancamiento, para entender cuánto de ese EBITDA realmente está disponible para los accionistas.
- El benchmark sectorial, para estimar múltiplos de valorización acordes al mercado.
Este enfoque permite entregar informes robustos, con una mirada realista y sustentada en evidencia financiera y estratégica. En definitiva, más allá de solo calcular el EBITDA, se trata de entender qué tan defendible y escalable es ese resultado.

EBITDA y flujos de caja descontados (DCF): la conexión directa con el valor
El modelo de flujo de caja descontado (DCF) utiliza el EBITDA como punto de partida para estimar el valor presente de una empresa.
A partir del EBITDA se calculan los flujos de caja libre (Free Cash Flow to Firm – FCFF) restando impuestos, inversiones en capital de trabajo y gastos de capital (Capex). Estos flujos se descuentan con la tasa de descuento (WACC) para determinar el valor empresa (Enterprise Value).
Por eso, un error en la estimación o proyección del EBITDA puede alterar significativamente la valorización. Una empresa con un EBITDA predecible, creciente y diversificado es percibida como menos riesgosa, y por ende, con un mayor valor.
El EBITDA es una métrica fundamental para entender el desempeño operativo y el valor económico de una empresa. Permite comparar compañías, estimar múltiplos de valorización y proyectar flujos de caja con mayor claridad.
Sin embargo, su verdadero valor radica en el contexto: la calidad del EBITDA, su sostenibilidad en el tiempo y la capacidad del negocio para convertir esa rentabilidad en flujo de caja real.
En Valoriza, combinamos el análisis del EBITDA con una evaluación integral de riesgos, estructura financiera y proyecciones, para entregar valorizaciones precisas, defendibles y alineadas con la realidad del mercado.
En definitiva, el EBITDA mide cuánto gana una empresa, y qué tan sólida es su capacidad para generar valor en el tiempo.


